Este episodio ocurrió hace más de 2600 años, en India, cuando Buda Sakyamuni y sus discípulos caminaron de casa en casa, recolectando donaciones y transmitiendo la virtud de hacer el bien.

Cuando vio al grupo de Sakyamuni, uno de los granjeros que descansaron después del almuerzo, dijo en tono irónico: «¿Por qué no trabajas y cultivas la tierra para producir alimentos para la población, como lo hacemos nosotros, en lugar de solo caminar y pedir donaciones?»

Buda respondió con calma: «También somos agricultores y trabajamos».

Sorprendido por la respuesta inusual, el granjero preguntó: “Entonces dime, ¿dónde está tu carreta de bueyes? ¿Dónde está la azada? ¿Y la semilla? ¿Y las frutas?

Y, nuevamente con calma, Sakyamuni explicó: «Cultivamos la «tierra» de los corazones de las personas, con el «carreta de bueyes» que se llama paciencia o perseverancia. Con la «azada» de la diligencia, plantamos la «semilla» de la felicidad para que las personas puedan cosechar sus «frutos», con una vida verdaderamente feliz.

A la edad de 35 años, Sakyamuni (Siddhartha Gautama), alcanzó el grado supremo de iluminación, el grado de Buda, y descubrió el camino que hace florecer la felicidad absoluta en el corazón de todos y cada uno de los seres humanos. Hasta la edad de 80 años, cuando murió, transmitió la filosofía o la enseñanza que hoy llamamos Budismo.

«Mayor que la tierra infértil, es la dificultad de cultivar los corazones de las personas». (Buda Sakyamuni)

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