Blog

  • Inicio
ES 2021.01.11

Hace un tiempo, un hombre rico vivía muy feliz con sus tres esposas.

La primera esposa fue a quien trató con especial cariño, acariciándola, protegiéndola del frío, preocupándose cuando tenía calor. Cumplió todos sus deseos y nunca dejó de satisfacer sus caprichos, ni siquiera una vez.

A la segunda esposa, no le daba tanto cariño, pero como la había conquistado con mucho esfuerzo, disputando con otros hombres, estaba feliz de tenerla siempre a su lado.

A su tercera esposa, se contentaba con encontrarla solamente en las horas de soledad, cuando se sentía consternado o cuando tenía alguna preocupación.

No pasó mucho tiempo, el hombre cayó enfermo, afectado por una enfermedad incurable. Temeroso de la sombra de la muerte que se acercaba a cada momento, llamó a su primera esposa para desahogar toda la soledad de su corazón y pedirle que lo acompañara en el viaje hacia el más allá. Sin embargo, ella le respondió de la siguiente manera:

“Agradezco todo el cariño recibido y atendería a todos sus pedidos, excepto el de acompañarlo en el viaje de la muerte”.

Con esta fría respuesta, el hombre fue arrojado al abismo de la desesperación. Incapaz de soportar la soledad, el hombre recurrió humildemente hacia su segunda esposa. Esta, a su vez, le dijo:

“Si su primera esposa, tratada con tanto cariño, rechazó su pedido, no seré yo quien lo acepte. Si me hizo su esposa, fue por su propia voluntad ”.

La respuesta de la segunda esposa fue igualmente fría.

Con gran temor le suplicó a su tercera esposa, quien respondió:

“De ninguna manera me olvidé de todo lo vivido hasta la fecha. En reconocimiento, le acompañaré hasta la entrada de su tumba. A partir de ahí, no me pida que lo acompañe ”.

Con estas palabras, la tercera esposa también rechazó el pedido.

Esta es una famosa parábola contada por el Buda Shakyamuni y registrada en el sutra budista Zoagon.

El hombre rico representa a cada uno de nosotros, a todos los seres humanos.

La primera esposa representa nuestro propio cuerpo, al que dedicamos la mayor atención y cariño, cubriéndolo en los días fríos, enfriándolo cuando hay calor, lavándolo y suministrándole todo lo bueno y mejor.

La segunda esposa simboliza el dinero, nuestros bienes, las riquezas acumuladas a lo largo de la vida, a menudo disputándolas con otras personas.

La tercera esposa representa a nuestros padres, a nuestros hijos, a todos los demás familiares y amigos, quienes nos apoyan, nos consuelan y nos hacen compañía, en los momentos más difíciles de la vida.

Esta parábola nos trae una reflexión positiva de la vida, para que podamos valorar lo que realmente es importante y lo que es necesario priorizar, para que al final de la vida podamos afirmar con plena certeza y satisfacción: “¡Valió la pena haber nacido y vivido esta vida! «

La filosofía budista indica y describe el camino hacia esta felicidad.

mm
Profesor de filosofía budista, autor, editor de contenido y presidente de ITIMAN. Director internacional de Ichimannendo Publishing Co. Ltd. - Tokio, Japón.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *