En una ocasión, una joven pareja visitó Tokyo Disneyland. Fueron a uno de los restaurantes y pidieron un plato del menú infantil. El joven que los atendió estaba confundido: ¿por fin, dónde está el niño?
Las reglas del restaurante eran claras y conocidas por el público en general, estaba prohibida la venta del menú infantil para adultos.
“Señores, les pido disculpas, pero…” dijo el joven mirando atentamente a la pareja.
En ese momento, reconsideró: «Pero, ¿para quién será el menú infantil?»
Con la cabeza gacha, la esposa respondió: “Para nuestra hija muerta … Durante muchos años, no pudimos tener hijos. Seguimos intentándolo y finalmente conseguimos una linda niña, pero muy frágil. En poco tiempo, murió. Ni siquiera tuvimos tiempo de celebrar su primer cumpleaños. Hoy ha pasado un año desde que nos dejó …
«Lo siento mucho …»
“Soñamos con el día en que visitaría Disneylandia, pero lamentablemente no fue posible … Así que hoy vinimos aquí, con el sentimiento de, al menos, “ traer ”a nuestra hija, que ahora vive dentro de nuestros corazones . Por unos momentos, sentimos que ella realmente estaba con nosotros y pedimos el menú infantil por impulso. Pedimos disculpas.»
La sonrisa volvió al rostro del joven.
«Correcto. Pedido anotado: ¡un menú para niños! Acompáñenme por favor ”, dijo y llevó a la pareja a una mesa con cuatro asientos. Luego trajo una silla para niños.
«Te sientas aquí», le dijo a la supuesta niña. «¡Pónganse cómodos y disfruten!», dijo y se retiró alegremente.
Al regresar a casa, la joven pareja escribió al restaurante. “Almorzamos entre lágrimas, en una verdadera reunión familiar, como si nuestra pequeña estuviera viva. Muchas gracias.»
(Historia relatada en el libro “El arte de la empatía”, de Koichi Kimura, Editora Satry, São Paulo, 2016)
Esa es la sensibilidad humana, la postura y el simple gesto del joven, sintetizan la consideración por los demás. Ponerse en la posición del otro, pensar y actuar considerando el sentimiento de los demás es la base de la educación, la ética, las buenas relaciones interpersonales y sociales en cualquier país, y lo seguirá siendo mientras el ser humano viva, sea cual sea la época.
Siendo un concepto universal, también es la base del pensamiento budista.
Como se enseña en el budismo, no basta con pensar. Es necesario practicar todos los días. La auténtica práctica budista está en cada acción que practicamos con el cuerpo, con la boca y, principalmente, con la mente, en nuestra vida diaria.
Esto no significa que debamos sacrificarnos por el bien de los demás, sino preocuparnos y desear de corazón, sinceramente, lo mejor para las personas y hacer todo lo posible para actuar de esta manera.
¡Vamos a practicar!